
Artículo publicado en la Revista Multimodal (Mendoza, Argentina)
Autor: Cristian Cuellar
En los últimos meses ha habido una notable desaceleración de la economía china, distintos factores macroeconómicos han influidos en ello, lo que ha llevado a su vez a su gobierno a poner en marcha distintas estrategias que apuntan a estabilizar su economía. ¿Cómo impactará a nivel global y en especial en América Latina, teniendo en cuenta que es un importante proveedor de materias primas del gigante asiático?
Durante los últimos años anteriores al 2011, el crecimiento del PBI de China venía creciendo a tasas promedio del 10%, y el pasado año terminó con un 9,2%; y ya en el comienzo del 2012, las cifras están demostrando que no superará esa marca. El sector manufacturero ya se encuentra por debajo del 50% en lo que respecta al total de la actividad económica del país. A lo que se suma una reducción de la demanda interna y de las inversiones. Datos que atentan contra un desarrollo sustentable.
Hay que tener en cuenta que el desbordado crecimiento que venía teniendo los últimos años no era la real intención del gobierno chino, que años anteriores se había propuesto menores tasas de crecimiento a las resultantes, pero no se pudo frenar, y ahora todo indicaría que además de los motivos externos, hay “mano” de las autoridades chinas que resultan en la suave, por ahora, desaceleración económica.
Factores influyentes
Contracción de las exportaciones
China no es inmune a la crisis de la zona euro y a la todavía débil economía estadounidense, ya que estos dos principales socios comerciales han disminuido considerablemente la demanda de sus productos desde la crisis iniciada en 2008. Aparece el déficit comercial, ya que el crecimiento de las importaciones fue de casi el 25% contra el 20% de las exportaciones durante el 2011. Además de sus principales socios de la UE y los EE.UU., la tendencia global a un comercio proteccionista le resta aún más mercado a China. Y en ésta situación, el peligro latente sería una caída del empleo.
Inflación
Provocada por el sobrecalentamiento de su economía de los últimos años, en julio de 2011 ha tocado un máximo de 6,5%. Y si nos referimos a los alimentos únicamente, la cifra es mayor aún. El aumento de precios se ha notado en la caída en el crecimiento de las ventas de automóviles del alrededor del 20%. Ha impactado también en la venta de las viviendas con bruscas caídas a medida que los precios de las mismas se disparan, creando una burbuja inmobiliaria que hace que la construcción de viviendas tenga un ritmo mucho más acelerado que la demanda.
Problemas de los gobiernos locales
La deuda de las instituciones estatales, que son consideradas un riesgo para muchos inversores, ya que los problemas de financiación restan inversiones en infraestructura. Sumemos también el continuo aumento de la desigualdad en el reparto de la riqueza favoreciendo en gran manera a solo algunos sectores de la sociedad, provocando una desestabilización de la misma, y, como para redondear, una creciente corrupción.
Alta contaminación ambiental
El constante crecimiento de la economía china trajo consigo el problema de la contaminación que ahora se ve en la necesidad de reducirla, por más que ello signifique un freno en la industria, ya que China es responsable de casi la cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono mundiales, que provoca el calentamiento global. El gobierno ya había manifestado el año pasado su intención de reducir en un 17% su volumen contaminante antes del 2015.
El plan del gobierno chino
Ya ha puesto en marcha medidas económicas para la reducción del crecimiento, que tiene como objetivo una reestructuración y estabilización de su economía; tal reducción, ayudará a contener la inflación, la cuál se ha establecido como objetivo del 4% para el presente año, y de hecho ya hay indicadores de menores porcentajes desde mitad del pasado 2011 hasta llegar a febrero último al solo 3,2 %.
El crecimiento de la economía planteado para el 2012 sería del 7,5 %, según anunciara el primer ministro chino Wen Jiabao semanas atrás, anuncio con el cuál diera lugar a múltiples debates por parte de los principales actores en la economía global. Además, también mencionó un estimativo del 7% para los 5 años próximos. Por ahora no está previsto que el gobierno intervenga en el tipo de cambio del yuan para aumentar la competitividad, algo siempre criticado por los EE.UU. Se apuesta a una estabilidad económica más que a mantener una velocidad del crecimiento del PBI, teniendo en cuenta que el próximo año habrá nuevos líderes políticos, y tanto el primer ministro como el presidente Hu Jintao dejarán los cargos.
Se llevaran a cabo también reformas estructurales para estimular el consumo, creando un ambiente favorable para la demanda interna por medio de incrementar el poder de compra. En sintonía con estos planes, se barajan políticas monetarias y fiscales controladas con notables restricciones para evitar un impacto en el sector financiero.
Otros desafíos que afronta China en el presente son una redistribución de la riqueza de manera equitativa, reducir la especulación en el mercado inmobiliario equiparando la oferta y demanda, disminuir la brecha entre los salarios urbanos y rurales. Para todo ello se ha propuesto darle especial atención a la empresa pequeñas y microempresas, lo que hará, aprovechando las oportunidades creadas en la zona de libre comercio China – ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático). Esta reestructuración económica se estima irá acompañada del desarrollo de industrias de servicios, el ahorro de energía y la reducción de emisiones de sustancias contaminantes.
El impacto a nivel global. América Latina y el nuevo escenario chino
Mientras China desacelera, se espera un mínimo crecimiento para Europa y los EE.UU, y alrededor de un 6% para el resto de las economías emergentes, según informes de la OMC y el FMI, que además estima una inflación del 3% para China para éste año, por debajo del 4% previsto por la autoridades chinas.
Más allá de las estimaciones oficiales del gobierno chino, otros economistas de distintas partes del mundo estiman que promediará un 8% el crecimiento del PBI chino en los próximos cinco años, y muchos de ellos opinan que no sucederá un aterrizaje forzado ya que cuenta con suficiente capacidad para hacerle frente. Y como ya ha sucedido años anteriores, se terminan superando esas estimaciones oficiales. El menor crecimiento actual ya repercute en algunas empresas que cotizan en el Dow Jones, las cuáles son importantes proveedoras de materias primas como aluminio, petróleo o vehículos de transporte para la construcción.
Europa mientras tanto, está enfocada en resolver su problema de deuda de la zona euro, más que estar mirando los porcentuales del menor crecimiento del país asiático. Aunque claro, no dejará de seguirlo de cerca; porque si bien el intercambio comercial tiene más porcentaje industrial que con las economías emergentes, el hecho de la rápida urbanización china, hace que también demande productos terminados con valor agregado en donde sí Europa es protagonista junto con EE.UU.
El economista y profesor universitario en China, Michael Pettis es drástico en su pronóstico de un crecimiento de solo el 3% para la economía china para la próxima década, y entre otras cosas afirmó recientemente que la inversión en infraestructura representa un alto porcentaje del PBI con respecto a lo que representa el consumo, y que lo más correcto sería revertir y equilibrar esos porcentajes.
La menor demanda de materias primas de parte de la segunda economía del mundo, podría impactar sobre los precios a la baja de los comodities, afectando particularmente a países dependientes de materias primas en sus exportaciones, ya que últimamente tales exportaciones estaban marcadas más que nada por el incremento de los precios que por el del volumen de las mismas. Y si hacemos una suma de todo esto tendríamos que estar preocupándonos por tener medidas para afrontar alguna reducción importante de la demanda china teniendo en cuenta que con Europa y los EE.UU. apenas podemos contar en materia comercial.
Argentina tenía como principal destino a China para sus exportaciones agroindustriales, en sintonía con el resto de los países de Latinoamérica; que si bien ha quedado demostrado que por estas latitudes se ha soportado bastante bien los efectos de la crisis iniciada en 2008, el hecho de no contar o contar de manera reducida con un gran demandante de materias primas bien podría sentirse en nuestra economía si se mantiene esta tendencia en un mediano y largo plazo.
Con este panorama, ¿haría bien América Latina en quedarse de brazos cruzados y conformarse con que la crisis global no nos ha tocado de lleno?, de ninguna manera es lo aconsejable, ya que el sector primario es el de mayor volumen en cuanto a ventas al exterior. Ya se deberían estar desarrollando políticas económicas a fin de mitigar los posibles efectos de una contracción de la demanda china, teniendo en cuenta que no es número que pase desapercibido. Es el sector empresarial el que debe reunirse y plantear objetivos para redirigir el sector agroindustrial.