
Artículo publicado en la Revista Multimodal (Mendoza, Argentina)
Autor: Cristian Cuellar
La creciente demanda de energía externa se está convirtiendo en un mal necesario. Mantener los niveles de actividad económica del país implica un aumento de las importaciones gas y petróleo. ¿Cómo se llegó a ésta situación? ¿De qué manera impacta en la economía? Y, ¿Cuál es el plan del gobierno para revertir este escenario?
En los últimos años, el sector energético se debilitó a nivel de producción nacional, debido a la falta de inversión principalmente, políticas erradas, y la creciente demanda del sector industrial desde el arranque de la era kirchnerista. Tal debilidad hizo necesario que a través de los años, las importaciones de combustibles fueran en aumento hasta el punto de comenzar a batir records.
Hasta el año 2010, las compras de combustibles estaban controladas por decirlo de alguna manera; pero ya se preveía que tal control no duraría mucho más. La falta de inversión en el sector se venía registrando años anteriores, y, sumado a gestiones ineficientes que se venían arrastrando, ya dejaban ver nubarrones en el sector energético argentino, que de esa forma ya no podría autoabastecerse para pasar entonces a depender del mercado externo.
Fué el año 2011, el primer año record con un aumento del 100 % con respecto al año anterior en compras de combustibles, totalizando U$s 9.413 millones contra los U$s 4.765 millones del 2010; aunque hay que destacar que según el gobierno, solo representaba el aproximadamente 8 % del total de la demanda necesaria, pero sin embargo, fué el punto de partida para que la balanza comercial energética empezara a dar déficit. En 2011 el déficit fue de U$s 2.784 millones aproximadamente.
Según el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) durante el primer semestre de 2013, las importaciones del rubro Combustibles y Lubricantes registraron un aumento interanual del 23 % con respecto al año anterior, ya que durante el primer semestre de 2012 se importó por un valor de U$s 4.992 millones, y en 2013 por U$s 6.120 millones; lo que deja bien claro la importancia que tiene para el gobierno el abastecerse a cualquier precio de la energía necesaria para mantener la actividad económica. Las importaciones a nivel general aumentaron un 11 % y las exportaciones a nivel general un 5 % en el mencionado primer semestre de 2013 con respecto al mismo período del 2012, donde casi la tercera parte del total importado corresponde a compras de energía externa. Se prevé que las compras de combustibles podrían alcanzar los U$s 13.000 millones al cierre del 2013, lo que significaría un aumento cercano al 40% con respecto al año anterior.
Tengamos en cuenta que desde hace más de un año las importaciones en general, vienen cayendo mes a mes por las distintas medidas que impone el gobierno, salvo, el rubro “combustibles y lubricantes”, que a juzgar por los números mencionados, parece tener vía libre para aumentar las compras externas como lo desee.
Durante gran parte de la última década ha habido un crecimiento importante de la industria nacional, eso es innegable, lo que podría explicar en parte el problema de autoabastecimiento de combustibles que se viene acumulando año tras año; pero, actualmente, no hay signos de que la industria nacional haya crecido notablemente si tomamos en cuenta los últimos dos años, sino que por el contrario hay un estancamiento, que no permite apuntar a la industria como la responsable de la constante demanda de energía; y más bien se trata de un problema de fondo en la producción local que en el aumento del consumo, aunque claro, en los meses de invierno, más allá del índice de productividad, el consumo energético siempre registra subas debido al mayor uso en los hogares.
¿Quienes intervienen en las compras y cuál es el origen de las mismas?
Las dos principales empresas encargadas de la energía en la argentina son CAMMESA (Compania Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico Sociedad Anónima) Y ENARSA (Energía Argentina Sociedad Anónima), encargadas de las compras del exterior. Aunque se han derivado actualmente estas tareas a YPF que actúa por cuenta y orden de las mencionadas.
Desde Bolivia, se importa el gas convencional, de EE.UU., Rusia y Holanda el gasoil, y, de Trinidad y Tobago principalmente, junto con Qatar, Noruega y Nigeria, el GNL (gas natural licuado). Lo que más se consume es el GNL, necesario para las centrales termoeléctricas. Actualmente, se estima que más del 30% del gas que se consume en el país, se importa; porcentaje que puede aumentar mes a mes.
Los principales puertos de entrada para el GNL son Bahía Blanca y Escobar; donde se alquilan barcos regasificadores encargados de convertir el estado licuado del gas importado en estado gaseoso, para luego ser distribuido según el destino y uso.
Los costos de transporte del GNL por barco son millonarios. La Argentina está pagando precios más altos por el combustible importado por barco, se estima que llegan a U$s 17 por millón de BTU(unidad internacional de medida del gas en grandes volúmenes), cuando en otros destinos internacionales se paga casi la mitad de ese precio. Mientras que a Bolivia se le paga aproximadamente U$S 9 por el gas natural vía gasoducto. Todo muy por encima del precio al que se podría comprar en el país si hubiese suficiente producción.
Entre quienes manejan el negocio del transporte por barcos, hay varios actores extranjeros, entre ellos la española Gas Natural Fenosa, la suiza Vitol y la británica BP, que recaudan con la argentina en este momento como jamás han soñado. La venezolana PDVSA si bien tiene acuerdos de intercambio con argentina para proveer combustibles y comprarnos productos industriales, no puede brindar en este momento una solución inmediata al sector energético argentino, donde su participación en las importaciones argentinas en ese rubro no sobresale, y más de una vez ha tenido que comprar a terceros países para cubrir sus compromisos.
Efectos en el superávit comercial y las reservas
La balanza energética presenta actualmente un déficit de U$S 3.247 millones en el primer semestre de 2013 contra los U$s 1.427 millones del 2012, significa un 127 % de aumento de déficit energético en solo un año.
El superávit comercial se achico en un 26% en el primer semestre de 2013 con respecto al saldo del mismo período del 2012, respondiendo en gran parte a las compras de combustibles, que se llevan hoy más del 40% del los ingresos por productos agroindustriales. Y pensar que años atrás las exportaciones de combustibles eran aportantes de dólares. El proceso que se revirtió, y se disparó negativamente.
Se están perdiendo cada vez más reservas, desde comienzos del 2011 hasta ahora se calculan en aproximadamente U$s 13.000 millones que se han fugado, al hacer frente a las importaciones de gas y petróleo. También, la deuda pública necesita cubrir vencimientos, y por ahora, la única maniobra que viene dando resultado parece ser el continuo ajuste del cepo cambiario por cualquier vía, sea freno a los bienes importados ( ej. DJAI), y freno al turismo exterior mediante la aplicación de una percepción del 20% en la compra de pasajes y paquetes, y uso de tarjetas de crédito fuera del país.
Todo este combo sin duda hace más presión en la inflación y el descontento en la sociedad. Y tal situación se convierte en una encrucijada para el gobierno, que en busca de juntar el billete verde uno por uno ha tomado decisiones apresuradas, como el autorizar un mayor cupo de exportaciones de trigo para hacerse más rápido de la moneda extranjera sin percatarse de provocar un faltante en el mercado interno que recientemente ha provocado una suba importante en el precio de la harina.
El plan del gobierno para revertir el escenario.
Los datos del déficit en la balanza energética del 2011 fueron claves para que el gobierno avanzara en la expropiación del 51 % de YPF. Pero aún, no hay muestras de una mejora en las gestiones ni en la producción.
En 2008 el gobierno había lanzado el Programa de Energía Total (PET), con el objeto de garantizar los recursos energéticos. Tampoco se ha notado que haya aportado gran solución.
Este año, se lanzó el “Régimen de Promoción de Inversión para la Explotación de Hidrocarburos, mediante el decreto 929/13. Se busca de esta manera atraer inversores para el sector energético que puedan comenzar a dar una solución para el problema del autoabastecimiento; mediante otorgarles una serie de beneficios que algunos consideran excesivos, como ser 0% la tasa de retenciones a las exportaciones de los hidrocarburos provenientes de la exploración del territorio argentino y flexibilidad en la disponibilidad de las divisas derivadas de tales exportaciones, contrario a la exigencia actual a los exportadores de ingresar las divisas dentro de determinados plazos.
El año pasado, el gobierno anunciaba que el país cuenta con las terceras reservas de gas no convencional (otro tipo de gas que se extrae no de pozo, sino mediante perforación de forma horizontal, llamado gas esquisto (shale gas) que se encuentra en formaciones rocosas en nuevo yacimiento descubierto en la formación Vaca Muerta (Neuquén); para lo cual YPF y Chevron ha firmado un acuerdo recientemente. Pero hay envuelto un tema no menor en este proyecto, y es que, su extracción, no es nada ecológica, ya que necesita utilizar una buena cantidad de agua dulce, para inundar los túneles excavados por la perforación, donde luego, se incorpora arena y productos químicos para hacer salir el gas, proceso conocido como “fracturación hidráulica” (fracking); lo que ha generado protestas en la región por parte de los pobladores y ONG´s acusando el impacto ambiental que provocará tal exploración y extracción de ese tipo de energía no convencional. Y más allá de ello, igual se necesitara tiempo, una importante inversión, tecnología, y buenas políticas para que ese yacimiento pueda compensar parte de las importaciones. Por lo que, de ser viable, no será inmediato.
Si quisieramos buscar otras fuentes de energía que no fuesen los hidrocarburos, tenemos que hablar de nuevas industrias energéticas, como ser la nuclear, donde la última gran obra es Atucha II que lleva años de inversión y trabajo, y que el gobierno promete que muy pronto aportará un importante volumen de energía eléctrica; en cuanto a los biocombustibles se ha invertido y ha crecido bastante en los últimos años en esta fuente de energía y donde la Argentina ya viene demostrando al mundo su potencial; en cuanto a energía eólica, la argentina cuenta con grandes recursos (el viento patagónico), pero invertir en este tipo de energía por ahora no resulta muy atractivo en el país. Por más que se invierta y se intente desarrollar en estas fuentes alternativas de energía, el país dependerá todavía de acá a mucho tiempo de la energía proveniente de los hidrocarburos (gas y petróleo) que es la fuente de energía principal utilizada en el país, casi el 90%, como sucede en gran parte del resto del mundo.
En el corto plazo, parece no haber ninguna luz al final del túnel para el sector energético, hasta tanto no se vislumbren políticas claras y eficientes en la materia. Habrá que darle más tiempo para que YPF tome las riendas tal como pretende el estado y muestre signos de poder dar una solución al autoabastecimiento de combustibles. Mientras tanto, para el gobierno, el lema seguirá siendo, cuidar con uñas y dientes cada moneda extranjera que podamos conseguir.